Dreams are renewable. No matter what our age or condition, there are still untapped possibilities within us and new beauty waiting to be born.

-Dale Turner-

jueves, 22 de marzo de 2012

En este mundo los penes sobran


-A ver, a ver ¿qué carajo estamos haciendo, Mayra? ¿Te has puesto a pensar que así como estás no podrás ni apretar el gatillo? Creo que ni pararte puedes.

- Tú eres la cobarde. Mírame a la cara y dime que no necesitas esa plata, huevona. A la justas hemos pagado este cuartito de mierda. Nuestras últimas quince lucas se fueron al tacho, solo por venir a chupar aquí.

- Ya no te quejes, cojuda que la estás pasando bien ¿sí o no?

- Algo... Pero, dime ¿qué te dijo el negro el otro día?

- Que tu le gustabas mucho, pero sabes que amiga ese negro es un perro. Me han contado que lo han visto con esas putas de las 13 de México.

- Eso no me importa. Yo solo quiero su billete y después lo dejo tirado. ¿O es que crees que yo me voy a enamorar de semejante tipo?

- Bueno, una nunca sabe. A veces te engachas con esos tipos por plata o, en el peor de los casos, por amor.

- No digas cojudeces, yo conozco al hermano del negro, el tal Richard. Uno flaquito que siempre anda con camisa amarilla. Pareciera que el pobre no tiene más ropa para ponerse. Él es buena gente.

- Ah, sí lo he visto un par de veces por el mercado. Dicen por ahí las viejas que está medio fallado.

- No jodas, ¿en serio?

- Sí, el otro día Marleni, la que vende fruta, me contó que lo vio conversando en la madrugada con el cabrito ese que corta pelo en la esquina del barrio.

- ¿Con la Britania?

- Con esa misma. Bien agarraditos de la mano, dice. Pero, no se lo vayas a contar al negro que lo mata a su hermano.

-Sí, ya se.

-Ya, bueno. Dejémonos de tanta charla y vamos al grano, Mayra. ¿Le metemos plomo de frente al tombo para entrar?

- No lo sé. Creo... Es que... Yo pienso... Mejor sería...

-A ver, a ver, a ver atarantada. Primero, te tranquilizas que así muñequeada no vas venir conmigo.

- Es que nunca lo he hecho, pues.

-Para todo siempre hay una primera vez, viejita. Así que te aguantas, te acabas esa botella, te pones el pantalón, y nos largamos de aquí.

-Listo, pero antes quiero dejarle una velita a la santita de la quinta. Para que nada malo nos pase.

-¿Qué? ¿Tu estás loca? ¿Acaso quieres que todo el barrio se entere?

-No, pero...

- ¡Nada, cojuda! Cámbiate y vámonos que ya van a ser las cuatro.

-Dame un segundo.

Cuando salieron del cuarto, el tipo de la ventanilla de cobranza les dio los cinco soles de vuelto con desgano. Volteó el periódico para mirarles el culo, y ellas le mostraron el dedo medio. Mayra y su amiga caminaron por la calle hasta llegar al parque de la Reserva. Pararon un taxi y le preguntaron cuánto les cobraría hasta San Miguel. El chofer le miró las tetas con descaro a Mayra. Ella se avergonzó. Su amiga subió al vehículo sin entender la tarifa. No quería que Mayra se sintiera más nerviosa.

-¿Todo bien?

-Sí. Más o menos.

- Cálmate que así se van a dar cuenta.

-¿Te sobró algo de trago?

-Sí, aquí tengo un poco.

-¿Y tu qué miras imbécil?

-Oye tranquila. Déjalo que maneje. ¿O es que acaso no se puede deleitar con esta ricura?

- Mayra de mierda. Deja de chupar que ya estás media borracha.

-Un traguito más y te devuelvo tu puta botellita.

- ¡Carajo! No debimos ir tomar nada.

- Ya fue pe'.

- Aquí en la esquina nomás nos dejas, papito.

Ambas bajaron del auto. Mayra se acercó a su amiga y le preguntó cómo le pagarían al taxista. Ella la jaló del brazo sin dejarla terminar la frase. El chofer del taxi salió a perseguirlas. La gente volteaba a ver la escena. Dos mujeres eran perseguidas por un tipo delgado y mal afeitado. Sin duda era un delincuente. Un señor intervino y capturó del cuello al pobre hombre.

-¿No te da vergüenza robar inútil?

-¿Qué hablas huevón si son ellas las que no me han pagado la carrera?

El tipo desconcertado soltó al hombre que solo atinó a mirar cómo las mujeres se desvanecían en la multitud.

- Creo que ya no nos está siguiendo.

-Sí. Espérate Mayra que necesito un poco de aire.

- Tú eres la cagada, pendeja. ¿Cómo te vas a bajar sin pagar, eh?

- ¿Y de dónde, pues? Si todo te lo tiraste en tu borrachera y en el cuartito ese.

- Ya, ya. No me grites que pareces mi vieja.

Las jóvenes se arreglaron la ropa y caminaron con calma por la calle. Todos los hombres volteaban a mirarlas. Qué placer observarlas. Continuaron su rumbo hasta estar cerca de su destino. Ambas se miraron. Se abrazaron en silencio. Esperaron que pasara el último peatón para cogerse de las manos y darse un beso.

- Te quiero, maldita.

- Y yo a ti, puta.

Mayra sacó el arma de su bolso y corrió con todas sus fuerzas hacia la puerta del banco. Apuntó directamente a la cabeza del policía y sin reparos le voló los sesos. Su compañera se amarró el cabello y lanzándole un beso desde lejos entró con el revolver en la mano.

- ¡Todos al suelo, carajo! Al primero que se mueva me lo enfrío.

- Esto es mejor que el sexo, viejita.

- Ni que lo digas. ¿Qué tal tu primera vez, ñañita?

- Nada mal, nada mal.

Uno de los administradores trató de correr hacia la zona de la alarma, pero la amiga de Mayra lo observó por el rabillo del ojo y sin mirar le agujereó la espalda con tres tiros. La gente entró en pánico. Un charco de sangre empezó a llenar la sala. Las mujeres miraban con horror a la compañera de Mayra.

- ¡La plata, cojuda! ¿O es que hemos venido a enseñarles cómo matamos gente?

- Sí, ahí voy.

- Hey, tú, huevón ¿dónde mierda tienen la plata?

El joven empezó a temblar al escuchar la pregunta. Con temor señaló la caja de seguridad y sin pensarlo saltó a abrirla. Soltó todos los fajos de billete dentro de la cartera de Mayra y regresó a esconderse detrás del escritorio.

-Listo, amorcito nos largamos de aquí.

- Vámonos.

Pasaron treinta minutos para que las sirenas de los policías sonaran en la escena del robo. Todos lloraban. Nadie podía contar lo que había sucedido. ¡Dos mujeres! ¡Dos chicas!, decían algunas señoras. Mientras tanto, un suboficial en su primer día de trabajo cubría al hombre baleado. Sentía mareos. A lo lejos, el joven que abrió la caja fuerte contaba nervioso los hechos al oficial. Todo fue rápido. Era poco probable que las atraparan.

- Ves estúpida, te dije que era fácil.

- Sí, ya veo. ¿Y ahora a dónde vamos?

- ¿Unos traguitos?

- Listo. ¿En el mismo telo?

- Claro que sí, mi amor.


lunes, 11 de octubre de 2010

TESTIGO VIVENCIAL

By Milo
Quiero no mirar atrás
Dejar de especular sobre el viento que sopla no a mi favor
Quiero perder la razón en un intento de suicidio mental
Para no pensar más en ti

Escasos segundos separan las huellas de tu alma con la mia
Instantes pocos y casi nada

Quiero no murmurar con mi penitencia que te reclama
Quiero no hacer llama en esta candela que se apaga
Quiero ser correspondida aunque tenga tu partida antes que tu bienvenida

Escasos centímetros de distancia y escasa mi fuerza al saberte en otra morada
Poco o nada es casi lo mismo
Y yo con mis latidos no palpito ni tu reloj

Quiero no hacerte caso en ninguna circunstancia
Y quiero demorarme más al responder cuando escuché tu voz a la distancia

De nada sirven los intentos si a cuenta gotas vives merodeando en mi pensamiento
De nada vale que me acueste de madrugada si al levantarme en la mañana estarás
En mi mente

Quiero no mirar mas allá de lo que puedo ver contigo
Quiero no hacerme cargo de este testigo vivencial que espanta mis sentidos
Quiero no sacudir el temblor que afronta mi cuerpo cuando te veo
Pero es necesario respirar aunque sea cinco segundos

Quiero perder la razón en un intento de suicidio mental
Para no pensar más en ti

Escasos segundos separan las huellas de tu alma con la mia
Instantes pocos y casi nada.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Caminito al cielo (Parte II)

by JamYerBlue
Un claxon lo regresó a la realidad y a su caminata vespertina. Volvió a fijarse en sus pasos fatigados. Francisco, estático, con los ojos grandotes, advirtió que un chofer gritaba toda clase de improperios. Con las manos furiosas lanzaba hacia atrás, en constante vaivén, disparos imaginarios de su pistola etérea. Panchito sonrió pícaro de nostalgia. Cruzó la pista. Sentado reposó el mentón en el dorso de ambas manos. El colérico conductor del taxi refirió algo sobre la madre de Francisco al marcharse. El muchacho, totalmente embobado, deseaba regresar y revivir aquel instante con la chica bonita. No importaba si fuese de día o noche, sólo quería tenerla frente a los ojos una vez más. Volver al golpecito de brazos entre ella y él. Chesuvida, si hubiese notado que bajaba tras de mí, tal vez, habría volteado. Me pudo haber reconocido. Sólo había pasado pocas horas desde que nos vimos frente a la disco de Barranco. Las manos de Panchito yacían enredadas en su dispareja barba. La noche se aproximaba en los reflejo contrastados de las ventanas en algunas vetustas casas. Mientras tanto en una esquina, Francisco persistía en la absurda idea de regresar el tiempo y cambiar su fortuna.
Una sombra tenue le relleno la espalda. Luego, se dibujo una esfera en el asfalto. Panchito volteó asustado. Palideció. Hol...Hola, Tiburón. ¿Qué tal? ¿Todo bien? ¿Cómo va el negocio? El macizo personaje se aproximó a Francisco y con actitud intransigente le fijó unos ojos perturbadores. A medida que el sujeto se acercaba a Francisco, su mirada languidecía. El delgado joven tembló y de un salto trató de evitar los ojos inquisidores de aquel elefante enano. Una línea de sudor cayó por la mejilla izquierda delatándolo.


El tiburón le alcanzó la mano. Panchito no sabía si ese gesto era un saludo o una cobranza. Otra línea de líquido le atravesó la cien y se descolgó en el mentón. Respondió con miedo al gesto acercando la palma sudada, pero el tipo estalló en risas al ver su respuesta. ¿Por qué sudas huevonazo? ¿Te estás meando de miedo por la cabeza? Já, crees que vengo a decirte ¿qué tal compadre? Díme huevón ¿Dónde esta mi merca? Mi encargüito...Francisquito. El joven sintió una insignificante chispa de ira. Odiaba ese diminutivo. Su perverso padre lo llamaba así cada vez que lo amedrentar ante la familia Salazar. Por eso huyó. ¿Dónde compraste mi paquetitos, Francisquis? Discúlpame tiburón, lo olvide, respondió F. Cómo que lo olvidaste. ¿Acaso crees que tengo tiempo de sobra, animal?, respondió la colosal figura. Pero, ya estoy yendo. Regresaré al toque y te lo entrego, Samuel. Los ojos del descomunal hombre brillaron en la calle y la escuálida figura de Francisco volvió a retroceder. ¿Cuantas veces te repetí, enano, que no me llames por mi nombre? Díme ¿Cuantas?, bramó el escualo de piernas cortas.


Francisco rodeo a la mole hablante y corriendo dijo que lo vería esta noche. Mientras sus palabras se perdían entre las carcajadas del tiburón, pensó en la chica bonita. Deseo que lo sacara de su propia mierda. Deseo que ella le pusiese los huevos en lugar correcto, como decía la abuela hace años mientras F lloraba sobre la bicicleta: Pon los huevos en la boca, aprieta y pedalea niño majadero. Así, tal vez. Era tiempo de no tener miedo. Era momento de no llorar más por mi soledad. Al menos, por ese momento, la chica bonita me da una fuerza extraña. No muchas, pero, ¿para qué sirven los sueños? Para tenerlos arriba. Bien arriba, donde nadie pueda tocarlos. Y uno, desde el fondo de la escalera, anhele alcanzarlos con cada escalón. F siguió corriendo mientras proseguía con monologo cerebral. Al otro lado de la ciudad, unas chicas repasaban sus vestiduras en el armario para la fiesta de la noche. Se reían alucinadas frente al espejo. Ambas en su viaje sicodélico marcaban el destino de Francisco. El lugar a donde llegaría.

Mefistófeles a las puertas del cielo (Parte I )

by JamYerBlue
Continuó su recorrido con las manos en los bolsillos. Sintiendo el aire violentarse contra él. Siempre con la mirada perpendicular a un punto infinito. No al horizonte. Más bien, para evitar al resto. Francisco, seguía pensando con el roce de aquel cuerpo. ¿A dónde tenía que ir tan rápido la chica bonita? ¿Por qué bajó velozmente del ómnibus? Quizás, olvidó algo importante. No importa. Lo mejor de todo fue que me tocó. ¿O yo la toqué a ella? No sé. Era cierto, las últimas dos semanas le habían sido esquivas al placer. Un desastre total. Un nuevo récord en la mediocridad del distrito. Panchito, perdió enamorada, celular, billetera y llaves en una sola noche. Un sábado antagónico al que todos esperan. Pero, no todo fue tan malo. El mismo día (o noche, para ser exacto) conoció a la muchacha. A la imagen más tierna que sus abatidos ojos pudieron recibir. Una fémina delgada. Una mujercita de facciones delicadas que se mostraba sobre la bulliciosa paleta de colores de Barranco. La chica bonita le regaló una mirada al flanquear su lado derecho. ¿Me siguió aquella noche? Francisco - que nunca tuvo la suficiente inteligencia para saber qué era lo bello- entendió, en un par de segundos, la inmortalidad del barbado en el cielo. Recordó las palabras de la abuela. Las mismas frases que repetía antes de almorzar: Diosito nos envía milagros y bondades. Agradece con un rezo esas alegrías que nos manda el señor. Francisco evocó la frase. Perplejo, clavando su estúpida mirada, dijo amén observando al cielo. O sea, sin quitarle los ojos de encima a la chica. Claro, para él y su obtuso cerebro, eran lo mismo. Se sintió extraño. Como si tuviese hambre de algo, pero sin ganas de comer. Un cosquilleo que le acojudaba y le dejaba la bocota abierta. Luego, el resto es historia conocida. Rodeado por cinco tipos en el fondo un baño, Panchito quedó calato en un dos por tres. Al llegar a la puerta del pub, sin pertenencias fue recibido por su noviecita Andrea, quien siguiendo los contorneos de un moreno, bailaba salsita brava y le relamía la bemba al cocodrilo por enésima vez. Su enamorada canturreaba: Ya para qué y de pasadita le destrozaba el corazón a Panchito. No quedó otro remedio. Era tiempo de regresar, a pesar que, en esa corta noche, el reloj del parque dictaminará la una aeme.


martes, 24 de agosto de 2010

AMOR ZETA [RELATOS]

“EL TIEMPO NO ESTUVO PERDIDO, SI TODO LO QUE PASASTE EN ÉL FUE PERMITIDO”
“EL AMOR ES COMO EL ODIO, AMBOS ENVENENAN EL ALMA”

By MiLo
El domingo pasado, (si es que la memoria no me falla) mantuve una conversación virtual con una linda, guapa y carismática amiga desde hace tres años, la vida universitaria nos puso en el camino.

Ella con su delgadita figura y sonrisa amplia que delatan su buen ánimo en cualquier hora y circunstancia del día, comenzó a contarme siendo casi las once de la noche por las frías ventanas del Messenger, que estaba decepcionada de todo ser que se jacte de ser varonil, es decir no quería saber nada de los hombres y mucho menos de las relaciones más que amicales entre dos mortales de sexos opuestos.

Para no involucrarla, o mejor dicho, para que no se sienta involucrada y ultrajada, por haber tomado su caso como ejemplo, le pondremos como nombre Z, pero no necesariamente porque sea la última letra del abecedario y eso implique menos importancia, no, simplemente porque su verdadera identidad justamente comienza con zeta.

No recuerdo exactamente quién inicio la conversación, pero sí recuerdo en algo el sub Nick que acompañaba su simpático Nick donde solo dejaba leer su nombre con espontáneos y alegres retoques que le daban vida a unas letras que de por si son más que frías proviniendo de un insulso cuadrado que nos acerca un poco y nos hace la comunicación en ciertos aspectos más fluida. La ventana del msngr.

Comencé como de costumbre a molestarla, proporcionándola de piropos, a la opinión de ella, un poco tontos, pero que le producen cierto rubor escondido en ánimos de risa.

Luego del abanico de halagos y piropos, le dije: (lo recuerdo fresquito, como si hubiese sido ayer nomás que conversamos)

“Ok. Fuera de las bromas y todo ello, que pasa, sabes que puedes confiar en mí porque eres mi pata”

Ella de inmediato respondió a mi bondadosa inquietud con un tierno “ohhhhh que linda” y sonrió con esos iconos que te hacen pensar que los gestos virtuales pueden alegrarte el alma. Siguió con su respuesta. “el amor es solo hormonas”. Gran frase, “no quiero saber nada del amor, es una mierda, ¿sabes lo que es estar sola más de un puto año?, pucha a veces por la chacota y los amigos una se muestra contenta, pero en realidad no siempre es así, todos son iguales”.

Atenta a lo que escribía, iba imaginando todo lo que a sus escasos 21 años había pasado y lógicamente por todo lo que aún le falta experimentar.

Mi respuesta era casi simultánea.

No todas las personas son iguales, es cierto que hay muchos que se creen pendejos, pero también hay gente que quiere de verdad y no pendejea, hay gente que de verdad se enamora.

Esa fue mi respuesta, pero mi reflexión es la siguiente: a todos los seres humanos racionales (hay algunos que no razonan) les pasa lo mismo, incluso a los que no tienen esa facultad de raciocinio. En mi vida amorosa he pasado exactamente por lo mismo que Z, he llorado mares por algún amor loco que me llenó la cabeza cuando adolescente, he sentido en carne propia lo que es el engaño, la mentira, la falsedad y el abuso exagerado de la palabra te quiero cuando no lo sienten.

Pero eso te enseña, en ocasiones te reconforta y te devuelve a la vida sana y salva, fresca y con ganas de seguir enamorándote de lo que de verdad vale la pena. ¿Quién ha dicho que no se sufre cuando se ama? Esa regla es inexistente en estos tiempo de bohemia y frenesí, si vas a amar a alguien hazlo bien, de lo contrario no le jodas el tiempo a la otra persona, pero si te equivocas al elegir disfruta del equivocado mientras encuentras el indicado, las reglas están puestas, solo úsalas.

No, “!todos son hormonas!” me respondió, obviamente se refería al sexo, mas no al amor, a que los hombres todo lo ven tirar y que muy pocos (por no decir ninguno) se enamoran.

Lo cierto es que Z tenía una posición bien marcada con respecto al enamoramiento y a las cosas locas que trae consigo ese sentimiento. Y no es que yo aun siga creyendo en que los pajaritos vuelan y las estrellas en el cielo solo brillan cuando estás flechado, sino al contrario, trataba de hacerla sentir del todo bien, o al menos un poco mejor para que no siga creyendo en eso de las hormonas.
La conversa se había alargado por casi más de veinte minutos, lo que me contaba me resultaba interesante, pero mi consigna esa noche era salir en busca precisamente de lo que Z huía, el amor.
Se lo dije pero me respondió alegando que mi argumento era muy cursi, “bueno, me voy en busca del amor”. Me despedí en primera instancia.

Respondió: “hay que cursi eres, en busca del amor”, repitió, obviamente esa frase fue solo un decir, un chispazo fulminante en mi mente, yo no iba a buscar a nadie con ese nombre: amor, no, solo salía en son de catarsis y mas nada. Para ese momento yo ya lo tenía planeado, (justo había venido a visitarme una amiga a la cual denominaré R) y de pronto siendo domingo coincidimos en que debíamos salir por unas horas a ver cómo estaban las frías calles de la ciudad, salimos con la consigna de ver a alguien de la que semanas atrás habíamos quedado prendidas por su exuberante y tierna belleza a la vez, combinación perfecta que encajaba a tono con su delgada figura. Pero esa historia, es otra.

Me despedí de Z escribiéndole que la quería mucho, que ya no piense en esas cosas tontas y que se cuidara, al inicio de la conversación habíamos brindado, ella con un vaso con algún licor que no recuerdo y yo con un vaso con agua que R me alcanzó de la cocina, salud, por el amor aunque nefasto en ocasiones, te alegra y te contenta la vida cuando verdaderamente te llega.

martes, 17 de agosto de 2010

SE ME OCURRIÓ [POEMA]


"UN VERSO ES EL PRÓLOGO AL BESO"
Dedicado a todos los que no han perdido la fé.
By MiLo

Se me ocurre en esta noche presurosa
que sus labios no son otra cosa más que el rocío matutino, de inmediato ruborizo mis mejillas porque en mi sueños, usted está conmigo acariciando mi tristeza de una manera calurosa.

Se me ocurre en esta noche que sus manos acarician las mias y en el medio de la nada encuentro como quien no quiere la cosa, su suave piel lozana, sus rusticos cabellos y su más que encantadora mirada.

Se me ocurre, pero no por error si no más bien porque así lo quiero, que los besos
que guardo seran para el día en que nos encontremos
para la noche como esta, cual presurosa y andariega
que más que una noche es el preámbulo de nuestra velada
y se me ocurre así como que de la nada
que esta vez llegas con animos de quedarte
de quererme y ser de mí, otra vez parte.

jueves, 12 de agosto de 2010

La mancha en el cuerpo de K

by JamYerBlue

Abrió la llave de la ducha, y de un sobresalto, le asustó el frío matutino. Asomó temerosa por la ventana una luz suavecita. Sabía que Daniel le vigilaba con lujuria. Pero, para sus cansinos 80 años de roedor era casi una labor titánica levantar esa nariz rosácea. Ni el ruido del agua al caer lo levantó de su escondite entre rizos de madera. Una figura desnuda salió sin cerrar la puerta para que el ratón despertase de una buena vez. Katrina se envolvió dentro de la sábana y las gotas rodaban moribundas hacia cada poro de algodón. Ese día no se afeitó nada. Quería mantenerse natural. Quedarse con el aroma de él. De él. Nombre curioso para un sujeto que sólo vio una vez y, que quizás, nunca volvería a ver. Eran las 9 de la mañana, pero ella, ya fumaba un porro. Salió de prisa con el cabello suelto y mojado. Con el ceño fruncido, atisbando todo a su alrededor. Buscándole un sentido a los pasos. El ladrido de Toby le taladro el aspecto adusto y las ondas de vodka en su estómago se agitaron haciéndola tambalear. ¿De quién pudo ser aquellas manos tan suaves? ¡Perro de mierda!. El can continuó con el concierto de gruñidos tras la reja.

Recorrió la avenida en silencio, tratando de evitar a los odiosos vecinos que regaban los moribundos jardines. Para ella, ese acto siempre le pareció algo estúpido. Darle agua a un grupo de tallos y hojas. ¿Acaso los vecinos no entendían que el mugroso de Toby al final del día destrozaba todo con una vehemencia diabólica? Además, ¿Qué tipo de vecino le pone de nombre a un perro enjuto y desdentado, Toby? Desgraciado pulgoso. Ya me las pagarás lo de la otra noche. En el carro, Katrina cubrió las marcas de resaca con unas enormes gafas.

En la última fila de la línea B yacía una joven de 18 años con el cabello como cola de caballo, una cinta negra cruzándole el borde de la frente y el inicio de sus castaños rizos atados. El cuello diáfano invitaba a pecar sobre las siluetas libres y encorvadas. Y seguramente, por alguna razón divina, sus hombros y demás partes restante fueron cubiertos por esa mancha negra. Un polo oscuro con inscripciones borrosas le abrigaba los hombros y terminaba ensuciando lo magnifico de sus caderas. El apartado de cuerpos (inútilmente colocados en ese lugar) dificultaba ver el resto. Quizás, existieron unos yines azules. O negros. Esos también, seguramente, ensuciaron sus perfectos muslos. No lo sé. ¿Lo sabré? Diablos. Aquí debo bajarme.

Katrina miraba con desgano el venir de las casas enladrilladas. Cuando regresó en sí, bajó raudamente del bus casi a empujones. En la puerta de descenso golpeó sin ver a un muchacho flaco y de barba hirsuta. No se disculpó. Una vez abajo, decidió quitarse los lentes del rostro. Su mano derecha abanicó por dentro el bolso. Encontró otras gafas. Eran más enormes. Había sol, pero no calentaba. La joven se colocó las otras y en un instante adoptó el perfil de estrella pop británica. Caminaba contorneándose. Cimbreando los pliegues con sensualidad, pero sin querer llamar la atención de nadie. Empezó a fumar con desesperación. Tal vez pudo ser confundida como dama de compañía. Pero, era seguro que al primer incauto le voltearía la cara. El cielo se llenaba de nubes y cada rayó de sol moría lentamente. K parecía cansada. No tenía a donde ir. Al menos no por ese entonces.

Observó que de la acera de enfrente, cruzaban varias monjas cabizbajas. Como si continuasen una oración eterna. Hace tanto que no pisaba la capilla. No recordaba el francés y el olor rancio de sor Juliette. No supo más de ella desde el verano del noventa. Aquel estío en que Sofí besó a la negrita y corrío como si hubiese matado a alguien. ¿Tanto tarda mi vieja? ¿Cómo cree que pagaré la renta de la habitación? La tarde agonizaba en sus colores violetas entrantes al rojo morado óxido citadino. Sentada al borde de la vía, el sonido de un auto la sacó de su ensimismamiento. Del Audi r8 bajó una dama con prendas claras. Despedía una fragancia a flores que, seguramente, nunca vería retoñar capullo alguno en tierras tan tenaces como estas. Katrina se acercó y la señora en el acto soltó un papel. K lo cogió en el aire mientras intentaba decir algo, pero la mujer ya había regresado al lado del fornido hombre en el volante. El crujido del bólido fastidió a K que, con los ojos clavados en la parte trasera del auto, sonreía. Adiós, mamá. Que hoy te follen bien. Que yo, también, intentaré conseguir lo mismo. Descolgando la cartera del hombro, buscó el celular y marcó con facilidad el numeró de F. ¿Aló Ferni? Sí…Claro…Sí, llama al tiburón… ¡OBVIO! Trae todo, enana.

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